Nos estamos robando la vida unos a otros, vivimos vidas
cambiadas. Teorizamos el momento inexplicable de la humanidad. Somos profundos extractores
de bondades. Nos liquida el tiempo. Nos esclaviza la virtualidad. Nos engaña el
oscuro deseo de la salvación a costas de quien tomemos su energía. Pero más aún
nos ahoga la pérdida del equilibrio. La ceguera de los que corren. La matanza de quienes dan a cambio de nada.
La nada de quienes dan a cambio la matanza.
Estamos arribando a la insensibilidad. Estamos convirtiendo
el polvo en alimento y el alimento en descarte. Nos actualizamos al terreno del
tiempo sin ninguna gota de emoción. Nos valemos de la razón para defenestrar la
intuición del pensamiento, y la profunda explicación de cada uno de nuestros
actos en un mentiroso tiempo real. Nos acariciamos la locura y la peinamos con
el stress, como acomodando la muerte en la silla lateral de nuestras vacaciones
del corazón. Derivamos placeres que no son placeres y mentimos la cruda
existencia. Civilización de inteligentes monitoreos. Digitalizamos la
inmortalidad y la medimos tecnológicamente, nos movemos solo para mostrarnos y
no llegar a destinos. Buscamos la mirada
equivocada, oblicua, temerosa del amor, para intentar reparar las torturas del pasado.
Que ya no deberían cruzarnos los órganos vitales y que sin embargo nos arrancan
el hígado como un moderno Prometeo sin encadenar. Y en ese mismo pasado retrotraemos rostros y
los seducimos azarosos en la necesidad de la sanación. La que nunca llegará. Por
la imposibilidad de los mortales que no vuelven su cuerpo atrás, y que no
cambian ningún destino sucedido. Volverás a repetirte una y otra vez en tus
errores cada vez que quieras arrancarte el dolor con egoísmo. Ese dolor que tú
misma, volverás a parir entre tus caprichos. Hoy es momento de explicártelo tan
lleno de tus heridas. Pero aun así un hombre que está a punto de volver a volar
te dirá sin sentencia y con la verdad de lo humano que cada ser que extraiga de
otro sus sentidos no sentirá lo que veías brillar. Solo volverá a sentir,
vibrando el alma y viendo el sol levantar su luz quien se lance al vacío de su
interior, y descubra que no hay tal vacío.
Que allí dentro está lleno de oscuridades por abrazar, cargar y llevar al
exterior. Llorar el pasado por los poros y convertir lágrimas en sudor. Esperar
la lluvia para remojarse la piel, secarse al sol otra vez al amanecer, y salir
a los vientos, a volar como ahora lo hago yo. Es el destino que te deseo., ahora
que mi vuelo ya ha vuelto a comenzar. Amen.
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