sábado, 16 de febrero de 2019

Nos estamos robando la vida unos a otros, vivimos vidas cambiadas. Teorizamos el momento inexplicable de la humanidad. Somos profundos extractores de bondades. Nos liquida el tiempo. Nos esclaviza la virtualidad. Nos engaña el oscuro deseo de la salvación a costas de quien tomemos su energía. Pero más aún nos ahoga la pérdida del equilibrio. La ceguera de los que corren. La matanza de quienes dan a cambio de nada. La nada de quienes dan a cambio la matanza.
Estamos arribando a la insensibilidad. Estamos convirtiendo el polvo en alimento y el alimento en descarte. Nos actualizamos al terreno del tiempo sin ninguna gota de emoción. Nos valemos de la razón para defenestrar la intuición del pensamiento, y la profunda explicación de cada uno de nuestros actos en un mentiroso tiempo real. Nos acariciamos la locura y la peinamos con el stress, como acomodando la muerte en la silla lateral de nuestras vacaciones del corazón. Derivamos placeres que no son placeres y mentimos la cruda existencia. Civilización de inteligentes monitoreos. Digitalizamos la inmortalidad y la medimos tecnológicamente, nos movemos solo para mostrarnos y no llegar a destinos.  Buscamos la mirada equivocada, oblicua, temerosa del amor, para intentar reparar las torturas del pasado. Que ya no deberían cruzarnos los órganos vitales y que sin embargo nos arrancan el hígado como un moderno Prometeo sin encadenar.  Y en ese mismo pasado retrotraemos rostros y los seducimos azarosos en la necesidad de la sanación. La que nunca llegará. Por la imposibilidad de los mortales que no vuelven su cuerpo atrás, y que no cambian ningún destino sucedido. Volverás a repetirte una y otra vez en tus errores cada vez que quieras arrancarte el dolor con egoísmo. Ese dolor que tú misma, volverás a parir entre tus caprichos. Hoy es momento de explicártelo tan lleno de tus heridas. Pero aun así un hombre que está a punto de volver a volar te dirá sin sentencia y con la verdad de lo humano que cada ser que extraiga de otro sus sentidos no sentirá lo que veías brillar. Solo volverá a sentir, vibrando el alma y viendo el sol levantar su luz quien se lance al vacío de su interior, y descubra que no hay tal vacío.  Que allí dentro está lleno de oscuridades por abrazar, cargar y llevar al exterior. Llorar el pasado por los poros y convertir lágrimas en sudor. Esperar la lluvia para remojarse la piel, secarse al sol otra vez al amanecer, y salir a los vientos, a volar como ahora lo hago yo. Es el destino que te deseo., ahora que mi vuelo ya ha vuelto a comenzar. Amen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario