viernes, 22 de febrero de 2019


Me abrazaste el alma en el derrumbe
Me fijaste la vista a los escombros
Vi el rayo de luz de tus vientos traer una semilla
Vi nacer una flor entre mis ruinas
Te debo 150 $ y la línea roja
que divide a mi corazón

sábado, 16 de febrero de 2019

Primera aclaración antes de leer. Lo que estás leyendo en este momento es la declaración del alma de un ser humano. Es la ondulación del interior de alguien que podría llamarse Álvaro pero que no tiene nombre. No posee un título. No está definido por las palabras ni está documentado en el sentimiento de la humanidad. En este devenir de las palabras que quieren ser la transformación de las emociones estoy en el lado del péndulo donde está el dolor. Aquí no hay un sentimiento estático y sin movimiento. Por lo que podría estar llorando y a los minutos podría reírme de mi propia condición. Es el mismo efecto que el factor climático nos plantea en estos tiempos. Lluvia y al rato sol y al rato frio polar y seguido de calor intenso. Mentira que nuestra vida no esté atravesada de fuertes emociones. Está llena de emociones y llena de deseos inalcanzables. Nos quieren hacer creer que todo se puede alcanzar, pero algunos morirán sin conocer que hay detrás de los bosques en la margen contraria del río. Y duele saberlo. E incomoda a la imaginación que ya se siente exhausta de no poder dibujar la verdad interior. Nos catalogaron hasta la ilusión. Nos etiquetaron hasta la razón de existir. Y hay cárceles donde comenzamos a albergar no presos políticos sino presos de la división. Y amamos con un cálculo atroz. Y buscamos el dolor conveniente. Le prohibimos manifestarse y le cerramos las puertas del corazón por la comodidad de mantener un control óptimo emocional. Pero no es posible acomodar las relaciones en estantes virtuales. No podremos jamás domesticar el sentimiento humano. Serán las propias emociones quienes como en un acto de guerra nos lastimen la piel y se escapen de nuestro interno espacio. Y saldrán a mostrar su calor, su color, su profundo realismo en el desprendimiento. Y allí no habrá leyes ni imposiciones. Será la más hermosa libertad del ser. No podrán castigarnos, acomodarnos o catalogarnos. No seremos género ni especie. Solo fluir de fuego tierra, agua y viento. No estaremos atados a las manos provechosas de una sociedad. No tendremos control del cuerpo ni de la mente. Pues en ese lugar donde descarguemos los restos pesados del sufrimiento, crecerán árboles, se abrazarán raíces y se alimentarán animales hambrientos. Es la entraña del universo la que nos mueve su dedo mágico y nos cambia de paisaje. Nos muestra el sendero a cruzar. Nos enseña la más monstruosa lección del vivir. La muerte y el renacer entre los restos del desamor.
No pararé de escribir hasta encontrar la raíz de este fuego entre las tetillas. O es el sentimiento que perdí o el asteroide que llegó al sistema solar. O es la violenta verdad de una humanidad transitando su más grande crisis espiritual o es el mundo que se desploma en su propia avaricia. O es el fantasma de mis padres que se posó en mi pecho. O la incertidumbre de una mujer, o el plenilunio de sangre que me desangró. O la maldita certeza de los oscuros de este tiempo. O es la suma de todos los errores humanos o la álgida sensación del final del amor. O es la línea infranqueable del tiempo o los recuerdos que no se recuerdan a si mismos. O es la mitad partida de mi alma y el resto del cielo que llora o el abrazo distraído de los desesperados. O es la mano que mece la cuna, o la Madre que busca a su hijo secuestrado por la muerte. O es la disidencia de las creencias o el disparate de los sexos descerebrados. O la marginalidad del deseo, o el olor a ajo de tus frases, o la sequía que vive el corazón del hombre. O la desequilibrada razón que quiere imponer la mujer, o el tributado abandono de los niños, o la enclaustrada libertad de los trabajadores. O es el ángel de los esclavos o el demonio de las madres enfermas. O simplemente el desmadre, la pérdida de las raíces, la dislocada realidad del año diecinueve. O es el descontrol de los delfines parados en la tierra o la manifestación de los árboles caídos. Es la propuesta de los locos o la propuesta de toda la locura de un planeta. O es mi sensación nada mas o es la escritura que no parará de escribirse hasta encontrar una dialéctica solución.
Nos estamos robando la vida unos a otros, vivimos vidas cambiadas. Teorizamos el momento inexplicable de la humanidad. Somos profundos extractores de bondades. Nos liquida el tiempo. Nos esclaviza la virtualidad. Nos engaña el oscuro deseo de la salvación a costas de quien tomemos su energía. Pero más aún nos ahoga la pérdida del equilibrio. La ceguera de los que corren. La matanza de quienes dan a cambio de nada. La nada de quienes dan a cambio la matanza.
Estamos arribando a la insensibilidad. Estamos convirtiendo el polvo en alimento y el alimento en descarte. Nos actualizamos al terreno del tiempo sin ninguna gota de emoción. Nos valemos de la razón para defenestrar la intuición del pensamiento, y la profunda explicación de cada uno de nuestros actos en un mentiroso tiempo real. Nos acariciamos la locura y la peinamos con el stress, como acomodando la muerte en la silla lateral de nuestras vacaciones del corazón. Derivamos placeres que no son placeres y mentimos la cruda existencia. Civilización de inteligentes monitoreos. Digitalizamos la inmortalidad y la medimos tecnológicamente, nos movemos solo para mostrarnos y no llegar a destinos.  Buscamos la mirada equivocada, oblicua, temerosa del amor, para intentar reparar las torturas del pasado. Que ya no deberían cruzarnos los órganos vitales y que sin embargo nos arrancan el hígado como un moderno Prometeo sin encadenar.  Y en ese mismo pasado retrotraemos rostros y los seducimos azarosos en la necesidad de la sanación. La que nunca llegará. Por la imposibilidad de los mortales que no vuelven su cuerpo atrás, y que no cambian ningún destino sucedido. Volverás a repetirte una y otra vez en tus errores cada vez que quieras arrancarte el dolor con egoísmo. Ese dolor que tú misma, volverás a parir entre tus caprichos. Hoy es momento de explicártelo tan lleno de tus heridas. Pero aun así un hombre que está a punto de volver a volar te dirá sin sentencia y con la verdad de lo humano que cada ser que extraiga de otro sus sentidos no sentirá lo que veías brillar. Solo volverá a sentir, vibrando el alma y viendo el sol levantar su luz quien se lance al vacío de su interior, y descubra que no hay tal vacío.  Que allí dentro está lleno de oscuridades por abrazar, cargar y llevar al exterior. Llorar el pasado por los poros y convertir lágrimas en sudor. Esperar la lluvia para remojarse la piel, secarse al sol otra vez al amanecer, y salir a los vientos, a volar como ahora lo hago yo. Es el destino que te deseo., ahora que mi vuelo ya ha vuelto a comenzar. Amen.