sábado, 16 de febrero de 2019

No pararé de escribir hasta encontrar la raíz de este fuego entre las tetillas. O es el sentimiento que perdí o el asteroide que llegó al sistema solar. O es la violenta verdad de una humanidad transitando su más grande crisis espiritual o es el mundo que se desploma en su propia avaricia. O es el fantasma de mis padres que se posó en mi pecho. O la incertidumbre de una mujer, o el plenilunio de sangre que me desangró. O la maldita certeza de los oscuros de este tiempo. O es la suma de todos los errores humanos o la álgida sensación del final del amor. O es la línea infranqueable del tiempo o los recuerdos que no se recuerdan a si mismos. O es la mitad partida de mi alma y el resto del cielo que llora o el abrazo distraído de los desesperados. O es la mano que mece la cuna, o la Madre que busca a su hijo secuestrado por la muerte. O es la disidencia de las creencias o el disparate de los sexos descerebrados. O la marginalidad del deseo, o el olor a ajo de tus frases, o la sequía que vive el corazón del hombre. O la desequilibrada razón que quiere imponer la mujer, o el tributado abandono de los niños, o la enclaustrada libertad de los trabajadores. O es el ángel de los esclavos o el demonio de las madres enfermas. O simplemente el desmadre, la pérdida de las raíces, la dislocada realidad del año diecinueve. O es el descontrol de los delfines parados en la tierra o la manifestación de los árboles caídos. Es la propuesta de los locos o la propuesta de toda la locura de un planeta. O es mi sensación nada mas o es la escritura que no parará de escribirse hasta encontrar una dialéctica solución.

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