jueves, 23 de agosto de 2018

En el siglo de los medicados no tomar pastillas, no hincarse en los altares no acostarse en los divanes no adorar las vidrieras de los centros comerciales, no acatar los mandatos de ningún ismo. No hay periodismo en mi corazón , no hay nada que investigar, mi eternidad anda en patas en los pasillos y no conversa con extraños, solo observa el devenir del tiempo y se acomoda en los colores del paisaje, se viste de malvas y naranjas. Que abra esta puerta no es más que la significación de extender alas. Quizás no me curen tus abrazos pero si me dejen despegar al cielo. Estamos anclados en nuestras venas y las garras de nuestras ansiedades, Este tiempo de desesperados. Este año de temblorosos humanos. Esta señal del derrumbe. Esperando que todo se caiga para fotografiar y compartir. Esta maldita vanidad de querer ganar la carrera del mas inteligente , el mas bonito de los desmembrados. Esta asamblea de ahogados que se tiñe de sangre virtual a través de las pantallitas en sus manos. como un jarabe mágico para una enfermedad mágica, un invento de cánceres y capricornios azules que continúa guionando un film que parece ser de terror pero que no tiene género, un film desgenerado en un cine de nylon. ¿Volverán las oscuras golondrinas en primavera? ¿Volverá el poema, la razón , la maniatada cordura?. ¿Volverá la dulzura después del rapto?. ¿Como será abrir la conciencia en un planeta de corazones cerrados?

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